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Meditar en el Arte

MENTE Y ARTE

Esta vez encontramos un artículo interesante escrito por Arthur Zajonc , profesor de física que trabaja como investigador en la École Normale Supérieure de Paris, el Max Planck Institute for Quantum Optics, y las universidades de Rochester y Hannover.

Aquí está el artículo completo: http://www.psychologytoday.com/experts/arthur-zajonc

A continuación la traducción:

«Cuando fui invitado por uno de los curadores del Amherst College para dar un ejercicio sobre Meditaciones en el Museo de Arte Mead, seleccioné la gran pintura de Arey Scheffer (1856) de Paolo y Francesca.

(…)

El compromiso contemplativo con una obra de arte, ayuda a traerlo a tu vida. En nuestra conversación después de la meditación sobre esta pintura, uno de los participantes señaló que fue como si la pintura hubiera estado dormida, y que a través de la meditación se despertó – se hizo viva. Su experiencia no fue diferente de la de Rilke, que iba repetidas veces a ver las pinturas de Cézanne. Una y otra vez Rilke volvía a la galería, y finalmente un día pudo escribir: » por un largo tiempo, nada, y de repente uno tiene los ojos correctos». Las pinturas han sido tan enigmáticas y evasivas se hacen vivas, por lo que Rilke pudo respirar en su belleza y verdad. Finalmente, luego de una mirada larga y atenta, tuvo ojos para verla. «Cada objeto bien contemplado, abre un nuevo órgano en nosotros».

  Te invito a situarte enfrente de la pintura. Ubicar no solo tu cuerpo, sino también tu mente, dejando ir las tensiones, pensamientos, preocupaciones y todas las distracciones. Puedes encontrar que el cerrar los ojos y prestar atención a la respiración ayuda. Con cada inspiración y expiración nos relajamos más. Una vez tranquilo, abre tus ojos y pósalos suavemente sobre la pintura, primero observando sin pensar, algunos de los detalles: un fondo oscuro, figuras pares, los ojos están cerrados o semi cerrados, el pelo y las telas fluyendo, heridas, lágrimas. Dos personas de pie a la derecha.

Luego de un tiempo, suaviza y amplía tu mirada para que en vez de individualidades particulares, veas las relaciones dentro de la pintura: claros y oscuros, movimiento y quietud, diagonal y vertical, angustia y objetividad…Cada una de estas polaridades anima al lienzo. A medida que nos hacemos conscientes de ello e intentamos esforzarnos para mantenerlos simultáneamente en nuestra mirada, entonces la pintura realmente se despierta, como viva. Escuchamos estos vientos mientras sentimos la quietud, sentimos la angustia y pronto nos apartamos.

Cuando nuestro compromiso meditativo con la pintura llega a su pico, suavemente cerramos nuestros ojos, permaneciendo alertas y abiertos. El recuerdo de la imagen gradualmente se desvanece de nuestra vista, pero su movimiento, emoción, quietud y fuerza, reverbera todavía en nosotros. Nos permitimos entrar y habitar en estas experiencias internas que nos llevan más allá de la imagen hacia la actividad, energía, vida. Estaban en la pintura, «durmiendo», esperando a la mirada del despertar del espectador que de repente tiene los ojos correctos.

 Emerson debe haber tenido algo similar en mente cuando escribió, «Animamos lo que podemos, y solo vemos lo que animamos». Contemplando el arte – de hecho cualquier cosa – puede llevarnos a la animación de lo que sea que esté enfrente de nosotros.

Nuevos ojos, «los ojos correctos» súbitamente nos despiertan y consecuentemente despiertan todo lo que nos rodea».

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