Nuestro método de trabajo en escultura: Auguste Rodin y su búsqueda de la Verdad

A la hora de comenzar a trabajar en escultura, nos encontramos con diferentes propuestas metodológicas que descansan sobre distintas concepciones de lo que es el arte y cuáles son sus objetivos.

Nuestro taller se basa fundamentalmente en las enseñanzas del gran escultor Auguste Rodin, sumadas a otras influencias como la Bauhaus.

La Base del Arte para Rodin es la Naturaleza, maestra soberana y perfección infinita. En ella se esconde la Verdad, principio y fin de su misión.

La observación del natural se considera como el camino adecuado para lograr aprender a ver, las formas y lo que éstas nos esconden.

Intentamos apoyarnos lo menos posible en la copia de escayolas, y en modelos bidimensionales.

El estudio de la naturaleza vegetal y animal (humana y no humana) nos desvela lo esencial: la búsqueda de la verdad y el alejamiento de lo meramente decorativo o de la manualidad.

Aprendemos a modelar para luego poder acercarnos a estilos más modernos o abstractizantes: no hay atajos honestos en el arte, el dominio de la técnica es imprescindible para poder expresarnos.

Evitamos también la realización de partes sueltas del cuerpo (una oreja, un pie) a menos que se necesite como ejercicio de estudio para otra escultura.

Nuestra técnica no es dogmática y rígida, sino el resultado de la experiencia, y es útil tanto para quienes tienen como objetivo dedicarse profesionalmente a la escultura, como para aquellos que la disfrutan como afición.

Si bien partimos de la observación y reproducción del cuerpo humano, esto no significa que nos limitemos a este tema, sino que lo aprendido se aplicará luego a todo tipo de obras.

Comenzaremos el proceso con tres esculturas que nos permitirán empezar a aprender a observar, familiarizarnos con el material y las herramientas, poder medir y entender el sistema de proporciones. A partir de la cuarta escultura el proyecto se decide con la profesora, teniendo siempre en cuenta que avanzaremos en orden de dificultad.

SU MÉTODO Y REFLEXIONES

El conocimiento cotidiano del cuerpo humano, que los antiguos griegos adquirían por contemplar los ejercicios de la palestra, el lanzamiento del disco, las luchas y las carreras a pie permitían a sus artistas hablar naturalmente el lenguaje del desnudo.

Rodin se lo aseguraba por la presencia continua de seres humanos desvestidos que iban y venían bajo sus ojos. De esta forma llega a descifrar la expresión de sentimientos sobre todas las partes de los cuerpos.

El rostro es generalmente considerado como el solo espejo del alma; pero no hay un solo músculo que no traduzca las variaciones interiores.

Cuando los modelos le dan un movimiento que le gusta, les pide que guarden esas pose. Rápidamente toma la arcilla y crea una maqueta, luego pasa a otra con la misma prontitud.

“Yo no estoy a las órdenes de mis modelos, sino a los de la Naturaleza.

Mis colegas violentan la Naturaleza, tratando a las criaturas humanas como muñecos, arriesgándose a producir obras artificiales y muertas. Yo tomo sobre lo vivo los movimientos que observo, pero nunca los impongo. Evito cuidadosamente tocarlos para ponerlos en una pose, ya que no quiero representar más que la realidad se me ofrece espontáneamente.

Como sería imposible para un modelo conservar una actitud viva durante el tiempo que yo tomo para modelarla, guardo en mi memoria el todo de la pose y le pido que se conforme a mi recuerdo”.

“El modelado no reproduce más que el exterior: yo reproduzco además el espíritu, que también hace parte de la Naturaleza.

Veo toda la verdad y no solamente aquella de la superficie.

Acentúo las líneas que expresan mejor el estado espiritual que interpreto.

En fin, el único principio en el arte es el de copiar lo que ve. Todo otro método es funesto. No se puede embellecer la Naturaleza”.

SE TRATA SOLO DE VER.

Sin duda un hombre mediocre copiando no hará nunca una obra de arte: es que en efecto mira sin ver, se dedicará a hacer notar cada detalle con minucia, el resultado será plano y sin carácter.

El artista, al contrario, VE: quiere decir que su ojo clavado en su corazón lee profundamente dentro del seno de la Naturaleza.

Por eso el artista no tiene más que creer en sus ojos.

Aquello a lo que nosotros nombramos comúnmente como fealdad dentro de la Naturaleza puede convertirse en el arte en una gran belleza.

Es que en efecto, dentro del Arte, es bello únicamente aquello que tiene Carácter.

No hay nada feo dentro del Arte, salvo aquello sin carácter, es decir, aquello que no ofrece ninguna verdad exterior ni interior.

Es feo en el Arte aquello que es falso, que es artificial, que busca ser bonito o bello en vez de ser expresivo, aquello que es cursi y preciosista, aquello que sonríe sin motivo, que se amanera sin razón, aquello que se arquea y se arruga sin causa, todo lo que no tiene alma ni verdad, todo lo que es solo un desfile de belleza o gracia, todo lo que miente.

Cuando atenúa la mueca del dolor, la avaricia de la vejez, el horror de la perversión, cuando arregla la Naturaleza, la disfraza, la tempera para gustar al público ignorante, crea la fealdad porque tiene miedo de la verdad.

Los griegos, con su espíritu potentemente lógico, acentuaban por instinto lo esencial pero nunca suprimieron el detalle vivo. Como sus ritmos eran calmos, atenuaron involuntariamente los relieves secundarios, pero nunca hicieron de la mentira un método. Adoraban la carne.

Así se explica la increíble diferencia que separa al arte griego del falso ideal académico.

La simplificación académica es un empobrecimiento, un ampolla vacía.

“Cuando esculpas no veas jamás las formas en extensión, sino siempre en profundidad…Considera una superficie como la extremidad de un volumen, como la punta más o menos larga que se dirige hacia tí. Es así como adquirirás la ciencia del modelado.

En vez de imaginar a las diferentes partes del cuerpo como superficies más o menos planas, yo me las represento como las saliencias de volúmenes interiores. Me esforzaba en hacer sentir cada abultamiento de un músculo o de un hueso que se desarrolla en profundidad bajo la piel”.

Siempre he intentado buscar poner alguna indicación de gesto, aun en las esculturas en donde la acción es menos acusada. Siempre he intentado mostrar los sentimientos interiores por la movilidad de los músculos.

La ilusión de la vida se obtiene en nuestro arte a través del buen modelado y el movimiento.

El movimiento es la transición de una actitud hacia otra: esta es la clave del misterio.

El estilo que se amanera para hacerse remarcar, es malo. No hay otro buen estilo que aquel que se hace olvidar para concentrarse sobre el objeto tratado, sobre la emoción que debe tomar completamente al espectador.

Hay que estudiar a los maestros pero nunca copiarlos, el resultado es ridículo.

Sin duda el oficio no es más que un medio. Pero el artista que es negligente con respecto a él no logrará jamás su objetivo, que es la interpretación del sentimiento, de la idea. Será como un caballero que ha olvidado darle de comer a su montura.

Si falta el dibujo, si el color es falso, la más potente emoción será incapaz de ser expresada. Las incorrecciones anatómicas darán risa, es la desgracia de los artistas actuales.

Ninguna inspiración súbita sabrá reemplazar al largo trabajo indispensable para dar a los ojos el conocimiento de las formas y de las proporciones para conseguir que la mano sea dócil a todas las órdenes del sentimiento.

Hace falta poseer una técnica consumada para disimular aquello que se sabe. La dificultad más grande del arte es dibujar, pintar, escribir con natural simplicidad.

Nos equivocamos extrañamente cuando imaginamos que los verdaderos artistas pueden contentarse siendo obreros hábiles y que la inteligencia no les es necesaria.

Cuando un buen escultor modela una estatua, es necesario que desde el principio conciba fuertemente el movimiento general y que mantenga enérgicamente dentro de la plena luz de su consciencia su idea del todo.

En conclusión, las obras de arte más puras son aquellas en donde no encontramos ningún residuo inexpresivo de formas, líneas y colores, sino en donde todo, absolutamente todo se resuelve en pensamiento y alma.

Cuando los planos de una figura están bien puestos, con inteligencia y decisión, todo está hecho, por así decir; el efecto total está obtenido; los ajustes finales que vendrán después pueden gustar al espectador, pero son casi superfluos. Esta ciencia de los planos es común a todas las grandes épocas y es prácticamente ignorado hoy en día.

DE LA UTILIDAD DE LOS ARTISTAS

¿Habéis pensando en que la sociedad moderna los artistas, quiero decir los verdaderos artistas, son casi los únicos hombres que ejercen su trabajo con placer?

Cómo sería de feliz la humanidad si el trabajo fuera el objetivo de la existencia.

Yo llamo útil a todo aquello que nos da felicidad. No hay nada en el mundo que nos haga más felices que la contemplación y el sueño.

Sin duda los hombres capaces de disfrutar de las bellas obras de arte son raros.

Pero los sentimientos que contienen terminan infiltrándose entre la gente. Otros artistas de menos envergadura retoman y vulgarizan los conceptos de los maestros y hay un intercambio continuo de pensamiento entre todos los cerebros de una generación.

TESTAMENTO

Evita imitar a vuestros maestros. Respetuosos con la tradición, sabe discernir aquello que es eternamente fecundo: el amor a la Naturaleza y la sinceridad.

Interroga sin cesar la realidad que te defiende de someterte ciegamente a un maestro.

Todo es bello para un artista, ya que en todo ser y toda cosa, su mirada penetrante descubre el carácter, la verdad interior que traspasa bajo la forma.

Trabaja con implacabilidad.

Ante todo, establece limpiamente los grandes planos de figuras que modelarás. Acentúa vigorosamente la orientación que darás a cada parte del cuerpo, a la cabeza, las espaldas, la cadera, las piernas. El arte reclama decisión.

Porque es por la fuga bien acusada de las líneas, que te adentrarás en el espacio y la profundidad. Cuando tus planos estén listos, todo está encontrado. Tu escultura ya vive. Los detalles nacen y se disponen luego.

Concebir toda superficie como la extremidad de un volumen que la impulse desde atrás. Toda vida surge de un centro, porque es un germen y se abre de adentro hacia afuera.

Recuerda que no hay rasgos, hay volúmenes.

Practica sin descanso, debes romper el oficio.

El arte no es más que sentimiento. Pero sin la ciencia de los volúmenes, las proporciones, los colores, sin la dirección de la mano, el sentimiento más vivo está paralizado.

¿En qué se convertirá el poeta más grande en un país extranjero si ignora la lengua? En la nueva generación de artistas hay un número de poetas que desgraciadamente rechazan aprender a hablar. Así no hacen más que balbucear.

¡Paciencia! No cuentes sobre la inspiración. No existe. Las únicas cualidades del artista son la sabiduría, atención, sinceridad, voluntad. Cumple tu tarea como un obrero honesto.

Sé verdadero. Eso no significa ser llanamente exacto. Hay una base de exactitud: la de la fotografía y el molde. El arte comienza solo con la verdad interior.

Nada de muecas, ni de contorsiones para llamar la atención del público. La simplicidad.

Los sujetos más bellos son aquellos que se encuentran delante tuyo: aquellos a los que conoces mejor.

¡Ser hombre antes de ser artista!

Acoge las críticas justas. Las reconocerás fácilmente. Son aquellas que te confirmarán sobre una duda que te perseguía.

No pierdas el tiempo en establecer relaciones mundanas o políticas. Algunos de aquellos artistas que lo hacen son muy inteligentes y si luchas en su terreno, consumirás tanto tiempo como ellos, es decir, toda tu existencia: no te quedará ni un minuto para ser artista.

El artista da un gran ejemplo.

Ama su trabajo: su más preciosa recompensa es la felicidad de lo bien hecho.

Extractos de L’Art. Auguste Rodin. Entretiens réunis par Paul Gsell. Les Cahiers Rouges. Bernard Grasset. Paris.2005.